domingo, 14 de octubre de 2007

Mi Paquete de Galletas


Una noche estaba una mujer en un aeropuerto esperando varias horas antes de que partiera su próximo vuelo. Mientras esperaba compró un libro y un paquete de galletas para pasar el tiempo.

Buscó un asiento y se sentó a esperar. Estaba muy absorta leyendo su libro, cuando de repente notó que el joven que se había sentado a su lado estiraba la mano, con mucha frescura agarraba despreocupadamente del paquete de galletas que estaba entre ellos y comenzaba a comérselas, una a una. No queriendo hacer una escena ella trató de ignorarlo.

Un poco molesta la señora comía las galletas y miraba el reloj, mientras que el joven ladrón de galletas, sin vergüenza casi también se las estaba acabando.

La señora se empezó a irritar más y pensó para sí misma:

"Si no fuese yo tan buena y educada, ya le hubiera dejado un moretón en el ojo a este atrevido"

Cada vez que ella comía una galleta, él también comía otra. El diálogo de sus miradas continuó y cuando sólo quedaba una, se preguntó que haría él.

Con suavidad y con una sonrisa nerviosa, el joven alargó la mano, tomó la última galleta, la partió en dos y le ofreció una mitad a la señora mientras él comía la otra mitad.

Ella tomó la media galleta bruscamente de su mano y pensó:

¡Qué hombre más insolente! ¡Qué mal educado! ¡Ni siquiera me dió las gracias!

"Nunca antes había conocido a alguien tan fresco..."

Suspiró con ansias cuando su vuelo fue anunciado. Tomó sus maletas y se dirigió a la puerta de embarque rehusándose a mirar en dirección donde estaba sentado aquel ladrón ingrato.

Después de haber abordado el avión y estar sentada confortablemente, buscó otra vez su libro que ya casi había terminado de leer.

Al buscar su libro dentro su bolsa se quedó totalmente sorprendida cuando encontró su paquete de galletas casi intacto.

"Si mis galletas están aquí, ella pensó muy apesumbrada, las otras eran suyas, y él trató de compartirlas conmigo."

Demasiado tarde para pedirle disculpas al joven, se dió cuenta con mucho pesar, que ella había sido la insolente, la mal educada, la ladrona y no él.

¿Cuantas veces en nuestras vidas, hemos sabido con certeza que algo era de cierta forma, solo para luego descubrir que lo que creíamos era la verdad. . . no lo era?

Cuántas veces la desconfianza instigada en nosotros hace que juzguemos injustamente a otras personas con ideas preconcebidas, muchas veces alejadas de la realidad.

Por eso, pensemos muy bien antes de juzgar a otros. Demos siempre el beneficio de la duda antes de pensar mal de los demás.

Este cuento es realmente buenísimo y uno de mis favoritos. Supongo que os habrá gustado. Se lo oireis contar a Wayne Dyer y lo leereis también en algunos libros de Jack Canfield y Mark Victor Hansen. Es todo un clásico, ya que todos somos muchas veces "cookie thieves"=ladrones de galletas. Cuántas veces lo que creiamos como verdad absoluta no tiene nada que ver con lo que es? ¿Quien no pierde las llaves y yendo tarde y en un ataque de histéria no se piensa que alguien las ha movido de sitio para encontrarlas luego en el pantalón del dia anterior? ¿Quién no ha acusado a un compañer@ de un chivatazo, para luego darse cuenta que esa persona más bien hizo todo lo que pudo para defendernos? Seguro que se os ocurren muchos más ejemplos. A mi ahora me encanta atraparme cada vez que hago de "cookie thief" normalmente bajo bastante distorsión de la realidad y con nada de paz interior... es manera de reírse de uno mism@ y aumentar la tolerancia y capacidad de reflexión, almenos si no ya para esta para la próxima ocasión. Y es una bendición que alguien se haya molestado a traducir este cuento y colgarlo en internet. No sé exactamente quien ha sido, pero desde aquí muchísimas gracias! Igualmente y aunque no sé que tal vamos de inglés en general, os copio aquí el original en verso, que no tiene desperdicio.

Gisela


The Cookie Thief
by Valerie Cox

A woman was waiting at an airport one night,
With several long hours before her flight.
She hunted for a book in the airport shops.
Bought a bag of cookies and found a place to drop. She was engrossed in her book but happened to see,
That the man sitting beside her, as bold as could be.
Grabbed a cookie or two from the bag in between,
Which she tried to ignore to avoid a scene. So she munched the cookies and watched the clock,
As the gutsy cookie thief diminished her stock.
She was getting more irritated as the minutes ticked by,
Thinking, "If I wasn't so nice, I would blacken his eye." With each cookie she took, he took one too,
When only one was left, she wondered what he would do.
With a smile on his face, and a nervous laugh,
He took the last cookie and broke it in half. He offered her half, as he ate the other,
She snatched it from him and thought... oooh, brother.
This guy has some nerve and he's also rude,
Why he didn't even show any gratitude! She had never known when she had been so galled,
And sighed with relief when her flight was called.
She gathered her belongings and headed to the gate,
Refusing to look back at the thieving ingrate. She boarded the plane, and sank in her seat,
Then she sought her book, which was almost complete.
As she reached in her baggage, she gasped with surprise,
There was her bag of cookies, in front of her eyes. If mine are here, she moaned in despair,
The others were his, and he tried to share.
Too late to apologize, she realized with grief,
That she was the rude one, the ingrate, the thief.

How many times in our lives,

have we absolutely known
that something was a certain way,
only to discover later that
what we believed to be true ... was not?

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